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Reflexiones sobre el diálogo en contextos de complejidad

Foto: Donofré Chuco / Servindi

Por Rodrigo Arce Rojas*

25 de octubre, 2018.- Podemos hablar de contextos de complejidad cuando nos encontramos en situaciones en las que el sistema de diálogo está conformado por una diversidad de actores con diferentes historias, intereses, objetivos, percepciones, proyecciones, creencias, discursos, narrativas, prácticas y conductas que inicialmente no son compatibles, o los interlocutores piensan que no lo son.

Adicionalmente, es posible apreciar una diversidad de condiciones de asimetría en recursos materiales, información, relaciones, poder y rango. Todos estos aspectos, tangibles e intangibles están fuerte interrelacionados y son interdependientes no sólo en el espacio sino también a nivel temporal.

Dadas estas condiciones es posible observar diversas posiciones de los actores respecto a:

  • Los paradigmas de desarrollo que los gobiernan
  • La claridad de sus objetivos
  • La pertinencia de sus objetivos
  • Las implicancias sociales de sus intereses
  • Las implicancias ambientales de sus intereses
  • La transparencia de actuación que los anima
  • La exigibilidad de derechos
  • La asunción de responsabilidades
  • La calidad de la sustentabilidad que los orienta, entre otros aspectos.
  • Los significados asumidos personal y culturalmente.

Dadas estas diferencias, la calidad de los resultados del diálogo está en función de transformaciones profundas orientadas por la equidad, justicia y sustentabilidad. No dice mucho que los interlocutores se hayan puesto de acuerdo si en el fondo se ha impuesto abierta o soterradamente la perspectiva hegemónica. La situación de precariedad de la parte más débil los puede llevar a aceptar condiciones aparentemente ventajosas en el corto plazo pero desventajosas en el mediano o largo plazo. No es por tanto un tema transaccional sino de respeto profundo a la vida humana y no humana.

Sabemos por ejemplo que la perspectiva de crecimiento económico con promesas de bienestar es muy seductora y los discursos dominantes terminan por infiltrarse aún en los propios grupos locales que quieren gozar de los aparentes o reales beneficios de la modernidad. Esta situación con frecuencia genera divisiones sea por brechas generacionales o por las diferencias entre los grupos locales de interés. En ocasiones estas diferencias son azuzadas por los grupos externos para favorecer sus propios intereses.

No es raro ver situaciones en las que tanto el Estado como los proyectos construyen un discurso en el que la perspectiva que promueven es signo de modernidad y de progreso y se constituyen como discursos y pensamientos únicos y acabados que cualquier cuestionamiento simplemente es catalogado como señal de atraso y de insensatez. Se acusa además que grupos externos como ONG “manipulan a las comunidades para oponerse a los proyectos y asegurarse contar con financiamiento para sus propios intereses”

El Estado (o parte de él), cuyo rol debe ser garante de derechos, muchas veces asume el discurso hegemónico del progreso basado en el crecimiento económico ilimitado y en nombre de la ciencia, de la ley y el orden en ocasiones termina por avalar injusticias epistemológicas, lingüísticas o ambientales que van en detrimento de los grupos más vulnerables. El mantenimiento de procesos de desigualdad y exclusión quita oportunidades para los más pobres y las mujeres.     

También es importante señalar el papel que se le da a la ciencia como poseedora de la única verdad y los grupos de poder económico dicen basarse en buena ciencia. Sabemos que la ciencia normal se caracteriza por ser disyuntiva, reductiva, lineal y determinista y su enfoque hiperespecializado no siempre da cuenta de las interacciones y de los efectos sinérgicos de tal suerte que situaciones ahora aparentemente inocuas pueden manifestarse en el mediano o largo plazo. También es posible que se expresen en áreas fuera de las zonas de influencia dada la complejidad de una cuenca. La ciencia normal sólo ve lo que quiere ver pero la vida es mucho más compleja de lo que es perceptible por nuestros sentidos o nuestro marco cultural.

Todo lo anteriormente mencionado es para llamar la atención que el diálogo no es un fenómeno lineal y que es importante reconocer su complejidad. Más allá de la buena voluntad de favorecer el encuentro y la formulación de acuerdos “ganar ganar” hay que reconocer que no podemos contentarnos en el diálogo superficial, y peor aún funcional a los modelos hegemónicos de desarrollo que no ha tenido la capacidad de caer en cuenta de la magnitud de los impactos sociales y ambientales de proyectos poco sostenibles o aparentemente responsables.

Ello exige poner en juego enfoques que valoren la diversidad, que no se simplifiquen los sistemas o se les considere como si fueran cerrados o aislados. Por tanto, es importante no quedarse en planos, dimensiones, categorías y significados y reconocer la dinámica no lineal del sistema diálogo en el que es posible encontrar procesos de autoorganización y de emergencias. Es preciso reconocer que el diálogo no es una foto sino un proceso en el que la historia importa, el contexto importa y que no existen soluciones únicas. Dar pie al aprendizaje y la evolución significa también valorar la creatividad y la incesante búsqueda de posibilidades.

A contracorriente de buscar equilibrios y armonización simplificadora lo que se requiere es reconocer el carácter caórdico del sistema de diálogo alejado del equilibrio en el que en ocasiones busca el orden y en ocasiones busca el caos o comportamiento impredecibles. Por ello la incertidumbre es un elemento que forma parte de la realidad y más que evadirla hay que incorporarla en la facilitación del diálogo.

El diálogo, con toda su profundidad democrática, relacional y afectiva, no es ingenua. No es posible avanzar en un proceso de diálogo si entre las partes no hay buena fe y transparencia, si es que no hay la voluntad profunda y sincera de revisar y cambiar paradigmas, creencias, significados y discursos.

Como señalan Pruit y Thomas (2008, página 71) un proceso de diálogo puede no ser aconsejable si

…Parece haber un desequilibrio significativo de poder que inevitablemente comprometerá el diálogo, aumentando las posibilidades de que el grupo más poderoso coopte el proceso.

…Las partes clave manifiestan su disposición a participar pero dan la impresión de estar respondiendo automáticamente a los planteos, sin una verdadera intención de que el proceso llegue a buen puerto.

Creemos en el diálogo y valoramos su rol transformador, pero esto sólo es posible cuando los interlocutores están dispuestos a ser transformados en el proceso, cuando son capaces de resemantizar sus planteamientos iniciales y ser constructores activos de una nueva realidad compartida con genuina orientación de sustentabilidad, equidad y justicia.

Bibliografía citada:

Pruit, Bettye y Thomas, Philip (2008). Diálogo Democrático – Un Manual para Practicantes. Washington: Secretaría General de la Organización de los Estados Americanos, Instituto Internacional para la Democracia y la Asistencia Electoral, Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. Disponible en: https://www.oas.org/es/sap/dsdme/pubs/dial_%20demo_s.pdf

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*Rodrigo Arce Rojas doctor en Pensamiento Complejo por la Multiversidad Mundo Real Edgar Morin de México. Correo: rarcerojas@yahoo.es

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