Por Mariana Cantero
Tribuna Latina.- Con los últimos días de diciembre cierra el que fue instituido como Año Internacional de las Lenguas por la Unesco, debido a que el 50% de los 6.000 idiomas que se hablan en el mundo está en peligro de extinción. En este contexto Joan Moles, responsable de proyectos de la Organización para el Multilingüismo, retrata la situación actual de las lenguas en minoría en América Latina.
- ¿Cuál es la situación actual de las lenguas americanas?
La situación es mala: no hay ninguna lengua americana normalizada, no se puede vivir plenamente en ninguna de estas lenguas, ya sea en una sociedad urbana o en una rural. La normalización implicaría que estas lenguas puedan vivir en la tradición y en la modernidad, que tengan uso en todos los niveles de la educación, en la administración del Estado, presencia masiva en los medios de comunicación, en todos los aspectos de la vida económica. Sería tan normal como el uso del danés en Dinamarca o el vietnamita en Vietnam. Actualmente no hay ninguna lengua americana que tenga esta categoría y no hay perspectiva, salvo tal vez para el guaraní.
- ¿Cuál ha sido históricamente la relación de estas lenguas con el castellano?
Resumir cinco siglos de convivencia, una convivencia que ha afectado un área vastísima del mundo y que ha afectado entre 15 y 25 generaciones de millones de personas en contextos económicos y sociales diferentes y cambiantes, no es fácil. Ha habido una destrucción intencionada, metódica y masiva del legado-memoria material de las lenguas americanas, con independencia del soporte físico que estas lenguas tuviesen (papel, piedra, tejidos, cerámicas). También se ha dado un uso pragmático y transitorio de algunas lenguas americanas para facilitar la conquista política y la dominación ideológica-social, lo que incluye el cristianismo y diferentes sistemas de repartición de tierras y personas.
- ¿Qué retos afrontan los escritores de estas lenguas?
La dicotomía entre modernidad y tradición es un debate que afrontan cotidianamente. Deben saber, ante el riesgo de quedarse solos, hallar el punto justo para conectar con los jóvenes y las tendencias globales; al mismo tiempo, deben sumarse a la tradición para conectar con la gente mayor y los adultos, que acostumbran a ser los hablantes más fluidos de lenguas americanas y al mismo tiempo los depositarios de la tradición oral, que tarde o temprano, si se quieren normalizar estas lenguas, deberá registrarse de forma escrita.
- ¿Qué estrategias pueden trazarse para la supervivencia de estas lenguas?
Como se ha hecho el guaraní y espero se haga con el quechua, pasar del discurso de la "lengua por la lengua" a otro que pivote sobre los derechos humanos y al "derecho a vivir" en la lengua americana. También estaría bien conectar a los hablantes de lenguas americanas con otras lenguas minorizadas o minoritarias del mundo que han alcanzado la normalidad o están en proceso de normalización, para renovar los discursos y las visiones de las lenguas americanas; en este contexto Internet es crucial. Por otro lado, es importante usarla, siempre y en toda situación, porque la no utilización es una de las grandes debilidades atribuible a siglos de desprecio lingüístico y cultural.
- ¿Cuál es el futuro de las lenguas americanas?
Siendo muy crítico, soy optimista en cuanto al futuro del guaraní, el quechua, el aimara e incluso el mapuche y alguna de las lenguas de Guatemala y México. En cuanto a las demás lenguas americanas, su supervivencia es muy frágil. Sería recomendable que las autoridades vascas, catalanas, galesas, danesas, suecas, noruegas o eslovenas hiciesen, más allá de un hueco discurso políticamente correcto sobre la diversidad lingüística, aportes humanos como dinamizadores lingüísticos y materiales para la supervivencia de las lenguas minorizadas de América como prioridades estratégicas. Si no se salva el guaraní, a la larga tampoco lo hará el danés, que será fagocitado por el inglés.
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Fuente: Tribuna Latina
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