Servicios en comunicación Intercultural

Catorce años y un objetivo: plantar un millón de árboles

Por Gisella Evangelisti*

4 de marzo, 2015.- Cerdeña, la segunda mayor isla de Italia después de Sicilia, es famosa por su mar cristalino de colores caribeños y su antigua tradición pastoril, así como por los frecuentes incendios veraniegos, y recientemente por unos improvisos y violentos aludes, atribuidos al cambio climático.

Un alumno de la secundaria, Giovanni Atzeni, de 14 años, de la ciudad de Sassari, después de haber visionado el famoso documental “Una verdad incómoda”, de Al Gore, decidió que, a pesar de su corta edad,  no podía quedar de brazos cruzados frente a los desastres que la deforestación y el aumento de los gases con efecto invernadero  están causando en todo el planeta. Y para hacer algo concreto, se comprometió a plantar un millón de árboles en la isla.

Giovanni Atzeni. Foto: La Repubblica.it

¿Una fantasía, o una broma? Para nada. Ya lo había logrado, en tres años, un sorprendente chico alemán, Felix Finkbeiner, que había expresado con una acción concreta su amor hacia la naturaleza. Cuando tenía 9 años, a Felix sus maestros le dieron la tarea de investigar sobre temas ambientales. El chico se quedó impactado al descubrir la historia de Wangari Maathai, la mujer keniota que fue la primera africana en obtener un doctorado en biología, pero no quiso limitarse a enseñar en las aulas universitarias, sino decidió ayudar a las mujeres (que cargan en el continente con la mayoría de los trabajos agricolas ) a salir de la pobreza mejorando la calidad de los suelos. A través de su movimiento, “Green Belt Movement”, (Movimiento Cinturón Verde) impulsó la reforestación de grandes superficies plantando 30 millones de árboles, y por eso recibió el Nobel de la Paz en 2004.

Felix Finkbeiner. Foto: WWW-jugend-de

Felix decidió que él también podía emprender la hazaña, interesando todos los y las jóvenes y adultos, autoridades y organizaciones, que se mostraran sensibles  al tema y pudieran echarle una mano.

Después de haber plantado 50.000 árboles en Alemania, consiguió la atención de los medios, fue elegido en el “board of children”, el sector juvenil de UNEP (la organización de la ONU para el Ambiente) y pudo dar un relieve internacional a su iniciativa. Sucesivamente le llegó una financiación de 40.000 euros de Toyota, con el compromiso que cada euro sirviera a plantar un árbol. Así, en tres años el adolescente alcanzó el objetivo de un millón de árboles plantados en Alemania, y fundó en 2010  la organización “Plant for the Planet- Trees for Climate Justice” (Planta para el Planeta-Arboles por la Justicia Climática), con el lema “Stop Talking, Start Planting” (“Deja de hablar, Ponte a plantar”). Actualmente ya hay 100.000 chicos y chicas en el mundo  involucrados en este desafío; su junta directiva elegida, incluye 28 chicos y chicas desde los 8 a los 20 años de edad, que viven en varios continentes, y se encuentran cada mes en una videoconferencia para planear acciones a lo largo y ancho del planeta.

Mientras la organización se expandía a 91 países, logrando el objetivo de un millón de árboles plantados en cada uno de los países, el joven activista fue invitado a eventos ambientales de la ONU, donde pudo difundir, como veremos, un claro mensaje a los políticos. Su entusiasmo y compromiso atrajo también donaciones de Avina, y el Club de Roma entre otras, acompañadas por una auditoria independiente para verificar el número de árboles efectivamente plantados.

El mensaje ecologista del joven alemán llegó hasta Giovanni Atzeni, el alumno de Sassari, que asociándose  a “Plant for the Planet”, se comprometió a plantar un millón de árboles en Cerdeña. Para abrir brechas en el frecuente escepticismo del vecindario, la organización ha elaborado una guía que ayuda a los jóvenes a verificar cómo, con quién y dónde planificar acciones de reforestación. Hasta ahora Giovanni Azteni ha plantado 325 arboles, que consiguió gratuitamente por el Departamento Forestal, y ha motivado un centenar de chicos y chicas en Cerdeña a comprometerse con la idea.

Felix Finkbeiner tiene ahora 17 años y sigue plantando árboles, mientras en otros lados del planeta, desde la Amazonía a la Indonesia, los bosques siguen siendo diezmados por adultos para dar lugar a pastos para el ganado, o plantaciones de palma para aceite o de soja. Y se ha observado que las actividades agropecuarias emiten más gases de efecto invernadero que todos los medios de transporte juntos. ¿De qué va a servir la lucha de estos pequeños Davides contra Goliat, entonces? Se preguntan los escépticos.

El avance de la frontera agropecuaria es inevitable, afirman, y eso se lee o se escucha en muchos medios de comunicación: no se puede hacer nada. Con el aumento de la población mundial (en 2050 seremos unos 9 billones de habitantes) y el acceso de mayores sectores de poblaciones,  desde Brasil a India y China, a los alimentos para “ricos”, como la carne, huevos y lácteos, es obvio que se talen más árboles para hacer pastos. O mantener los bosques, o comer mejor, plantean. Pero no es así, y por varios motivos.

Investigadores que no pueden ser acusados de ser unos fanáticos izquierdistas, como el director del Instituto para el Ambiente de Minnesota, Jonatahan Foley, alertan que para cultivar la tierra, en el mundo ya se ha despejado de bosques  una superficie comparable a la de America Latina, y para criar ganado, se ha ocupado una superficie comparable a la de África: es hora de parar la destrucción de bosques tropicales, que son indispensables para el equilibrio hidrológico del planeta. Nunca como ahora se han producido tantos alimentos, y nunca como ahora esta producción se da en forma tan irracional.  Solo el 55% de las calorias cultivadas va a la alimentación humana, sino se convierte en agrocombustible o pienso para animales, mientras unos mil millones de personas pasan hambre.

Urgen  alternativas. Según este grupo de científicos se trata de aumentar la productividad de muchas zonas de África, América Latina y Europa del Este, con prácticas agricolas mejoradas prestadas por la agricultura ecológica. Se puede reducir por ejemplo el uso del agua y los agroquímicos al incorporar cultivos de cobertura, compots etc, aumentando el contenido de nutrientes. En vez que derribar bosques, se puede practicar la crianza del ganado a la sombra (agricultura silvo-pastoril) como en los proyectos de Colombia, Costa Rica y Nicaragua, financiados por el FMAM (Fondo para el Medio Ambiente Mundial) dirigidos a los campesinos. Frenar la erosión de los suelos afectados por el sobrepastoreo se ha vuelto una prioridad también en la Patagonia argentina, donde el 85% de los terrenos son degradados.

Otra cuestión sumamente importante es reducir el despilfarro de alimentos, pues se calcula que el 25% de las calorias alimentarias y hasta el 50% del peso total de la producción de alimentos se pierden o desaprovechan antes de llegar al consumidor, por problemas de transporte por carreteras accidentadas en el Sur del mundo, o en restaurantes o cafeterías descuidadas en el Norte. Mientras hay panaderías que dejan en la calle sacos de pan que sobraron en el día para que los sin techos puedan aprovecharlos, hay supermercados que ponen químicos sobre los alimentos sobrantes para que no sean utilizables.

Y en la dieta, es mejor ser ¿carnivoros o vegetarianos? Si solo consideramos que cada 100 calorias de los cereales que utilizamos para alimentar los animales, recuperamos apenas 40 en la leche, 22 en los huevos, 12 en la carne de pollo, 10 en la del cerdo y 3 en la ternera, sale a la vista que disminuyendo a nivel mundial el consumo de carne de vaca alimentada con grano, a favor del pollo o cerdo o vaca alimentada con hierbas, (si no se logra alimentarse solo con verduras) tendríamos más alimentos para consumo humano. En cuanto a los cerdos, es oportuno reciclar sus desechos, que son muy contaminantes, para convertirlos en fertilizantes y en metano para producir energía. Y en cuanto a los transportes, si se quiere reducir el uso de superficies destinadas a la producción de  biocombustibles, se debe priorizar la difusión y el uso del transporte público.

¿Muchos objetivos imposibles de alcanzar en poco tiempo? Mirándolo bien, se verá que el tema del consumo irracional de alimentos, que lleva al sobrepeso a parte de la poblacion mundial, (por consumir demasiados azúcares, grasas saturadas y harinas refinadas omnipresentes en los alimentos procesados que se encuentran en los supermercados ) y al hambre otra parte, no es un tema sólo técnico sino de carácter politico y ético, como avisa entre otros Esther Vivas, que se autodefine “investigadora del despropósito del agronegocio globalizado”. Y explica en su libro “El negocio de la comida” ediciones Icaria 2014, como los mismos sujetos que nos han hundido en la crisis financiera mundial, o sea bancos, fondos de pensión, compañías de seguro, (además de las principales compañías que manejan en el mundo el comercio de granos y alimentos), especulan también sobre los alimentos, sin importarles las consecuencias para las poblaciones. En África por ejemplo, el precio de arroz, sorgo maíz, comprados con fines especulativos para futuro, no en base a la real demanda y oferta de bienes, en pocos años se ha casi redoblado, volviéndose inalcanzable para mucha gente. Que se vuelve hambrienta.

¿Por qué la mayoría de gobiernos del Norte y Sur del mundo están de acuerdo con esas políticas dictadas por el FMI de liberalizar el comercio y privatizar los recursos naturales, que van contra los intereses de los ciudadanos y ciudadanas de a pie, olvidando su derecho a la seguridad alimentaria? ¿por qué se dan ayudas a las grandes empresas agroindustriales y no al pequeño campesino? Se preguntan muchos

¿Por qué la mayoría de gobiernos del Norte y Sur del mundo están de acuerdo con esas políticas dictadas por el FMI de liberalizar el comercio y privatizar los recursos naturales, que van contra los intereses de los ciudadanos y ciudadanas de a pie, olvidando su derecho a la seguridad alimentaria? ¿por qué se dan ayudas a las grandes empresas agroindustriales y no al pequeño campesino? Se preguntan muchos. Pues, responde Esther Vivas, los que están en el gobierno hoy día, mañana estarán de dirigentes en esas grandes empresas eléctricas, o petroleras, o alimentarias, o bancos, o al revés  (a esto se llama “estar en las puertas giratorias”). Y paciencia si en el Sur se favorece el acaparamiento de tierras expulsando indígenas o campesinos, y se producen finos asparragos, magnificas flores, perfumadas fresas para la exportación, mientras aumenta la desnutrición infantil en la zona..., business is business en este mundo cruel, unos  ganan y muchos pierden, siempre ha sido así, no?

Al final, se ha llegado a una agricultura basada en el petróleo, afirma Esther Vivas, pero consumir en Estocolmo por la Navidad uvas de Chile o naranjas de Sudáfrica resulta una locura, si se considera el consumo de combustible necesario para el transporte. Y qué decir de las montañas de envases de plástico que acumulamos tras cada comida: todo un absurdo. Vale la pena, entonces, volver a reconstruir el camino que hace cada alimento antes de llegar a nuestra mesa: quién lo produjo, en qué condiciones. Así como por la ropa, la madera, los minerales que llegan del Sur del mundo. Y pretender, a través de campañas de presión sobre las compañías internacionales, que quien saca minerales o madera, quien vende ropa o tapices pague un precio justo para el productor, y respete el medio ambiente.

Justamente después de una campaña de presión ciudadana de Avaaz, con mas de un millón de firmas, dirigidas a Benetton, (la unica compañía que no quería pagar compensaciones a las familias de las 1134 víctimas del derrumbe en 2013 del Rana Plaza, el edificio de Bangla Desh donde miles de trabajadores y trabajadoreas operaban en condiciones insalubres), la empresa ha tenido que comprometerse a pagar estas compensaciones, para no perder su prestigio internacional. Muchas de estas compañías alegan que no son ellas, sino sus subcontratistas los que maltratan a los y las trabajadoras, son las leyes locales las que no garantizan sus derechos, pero esta es la historia del perro que se muerde la cola: justamente, grandes empresas han delocalizado el trabajo desde el Norte al Sur del mundo para sacar ventaja de esta situación de injusticia... hasta que aparezca alguien que se rebele.

Que se lo quiera o no, el cambio climático llegará cada vez más fuerte a nuestras mesas. En Italia, el hecho que los inviernos no sean tan fríos como antes está provocando la proliferación de plagas, como la mosca olearia que ha afectado los olivos del sur del país, o la peronospera que ha reducido del 20% la producción del tomate, base de la dieta mediterránea: un problema que no se resolverá con un simple traslado de cultivos. Por ejemplo los viñedos con el cambio climático no podrán simplemente desplazarse del Sur al Norte de Europa, pues para el cultivo de la vid no son importantes solo la temperatura, sino las características del terreno.

En fin, que se lo quiera o no, o que se prefiera esconder la cabeza en la arena como los avestruces, para no tener que revisar cómodas costumbres (quien las tiene) el cambio climático tocará a todas las puertas. Por eso los chicos y chicas de “Plant for the Planet” piden a los políticos los cambios que tanto se resisten a practicar:  parar la explotación de los países del Sur del mundo, eliminar gradualmente la extracción de combustibles fósiles hasta llegar a emisiones cero de CO2 en 2050, invertir más en las energías renovables y la eficiencia energética,  y plantar un trillón de árboles para paliar los daños del calentamiento global; todo esto, revertiendo la tendencia al aumento de los gastos militares, impulsada por las potencias mundiales.

Ah, lo hemos entendido. Entonces estos pequeños Davides contra Goliat no quieren plantar árboles como un simple pasatiempo dominical, sino están tratando de hacer su propia revolución, una revolución de consciencia. Pues tras de cada árbol plantado deben buscar alguien que lo cuide, alguien que se pregunte por qué lo está haciendo, ¿servirá de veras a mejorar el mundo?  Sí que servirá, rebatirá el niño. Ojalá que sirva, es vuestro futuro... comentará una anciana. Y una niña se preguntará cuáles pajaritos vendrán a cantar en sus ramas, y otro dirá que quiere ver crecer un bosque grande, graaande  como el horizonte, como la Amazonía que un día querrá visitar....el bosque más hermoso del mundo.

Esos chicos y chicas lo tienen claro:

“Nosotros la juventud somos el futuro, pero el riesgo es que nos quedemos sin futuro”, como afirma Finkeiber en un video. Por eso no pueden dormir en los laureles. Y no más palabras: ¡a plantar!

Enlaces referidos:

www.plant-for-the-planet.org

www.esthervivas.wordpress.com

*Gisella Evangelisti es escritora y antropóloga italiana. Nació en Cerdeña, Italia, estudió letras en Pisa, antropología en Lima y mediación de conflictos en Barcelona. Trabajó veinte años en la Cooperación Internacional en el Perú, como representante de oenegés italianas y consultora del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF, en inglés) en países latinoamericanos. Es autora de la novela “Mariposas Rojas”.

Algunos de los artículos de Gisella Evangelisti publicados en Servindi:

A estas preguntas trata de responder la economista Loretta Napoleoni en el libro “ISIS, el estado de terror”, publicado en Estados Unidos e Italia. Napoleoni es autora de bestsellers como “Capitalismo canalla”, “Se vende democracia” y experta internacional en temas de terrorismo. Ha financiado esta investigación sobre el fundamentalismo islámico vendiendo su propia empresa. Seguir leyendo…

Por Gisella Evangelisti*

¿A quién no gusta un poco de dulzura en este mundo cruel? Seguir leyendo…

Por Gisella Evangelisti*

6 de julio.- La Unión Europea, con sus 28 estados y 500 millones de habitantes, que constituyen el mercado más grande del mundo, está pasando por una fuerte turbulencia. Seguir leyendo…

Por Gisella Evangelisti*

“En 1988 fui con mi grupo ucraniano de bailes folclóricos a Grecia, para un encuentro internacional de danzas. Teníamos vestidos bordados de flores, y fue un triunfo de juventud y colores. No podíamos imaginar, en Ucrania o Grecia, que nuestros países hubieran tenido que vivir, treinta años después, momentos tan duros”.    Seguir leyendo…

- La solitaria protesta pacifista de una “indignada” ante litteram.

Por Gisella Evangelisti*

23 de enero, 2014.- En el número 1600 de la avenida Pennysilvania en Washington, está la Casa Blanca. En la vereda opuesta, la que da al parque Lafayette, hay una carpa blanca. En el medio, entre la dos, hay tres carros blancos, con una línea amarilla y unas palabras en negro: Policía. Seguir leyendo…

Protestas de prostitutas francesas a favor de la legalización “Sin clientes, buscan puestos en el gobierno” foto: Thomas Samson

- Conversación con Eshoe Aghatise.

Por Gisella Evangelisti*

6 de diciembre, 2013.- Conozco a Eshoe en un congreso de 800 mujeres italianas feministas, y algunos hombres de buena voluntad. La suya es la única cara morena, en un mar de caras blancas. Estamos en Paestum, una ciudad cerca de Nápoles, fundada por los antiguos griegos, donde resisten a los siglos unos templos dedicados a la diosa de la fertilidad. Seguir leyendo…

Embarcación inmigrantes. Fuente: parmaonline.info

Por Gisella Evangelisti*

18 de octubre, 2013.- Sigue agitado, en estos días de comienzo de otoño, el canal de Sicilia, el brazo de mar que marca parte de la frontera marítima entre el continente europeo y el africano, larga más de dos mil Km. En las últimas dos semanas sus olas han engullido al menos 500 cuerpos de  hombres, mujeres y niños que huyendo de  la guerra de Siria y del régimen cruel de Eritrea, esperaban reconstruirse un futuro en las orillas de Europa Seguir leyendo…

Por Gisella Evangelisti*

23 de setiembre, 2013.- Los afroamericanos habían llegado en 250.000 de todo el país, en buses, trenes, coches, hacia Washington, el corazón del poder, ese 28 de agosto del 1963, desafiando las autoridades. Vestidos de fiesta, como les  había recomendado el reverendo  Martin Luther King. Pedían trabajo digno y libertad: “Jobs and Freedom”,  habían escrito en grandes pancartas. Seguir leyendo…

El Capitolio, donde funcionan ámbas camaras en Estados Unidos. Imagen: Wikimedia

Servindi, 11 de agosto, 2013.- El 5 de agosto apareció un aviso a toda página en el diario Washington Post con un mensaje dirigido a la Cámara y al Senado de Estados Unidos. El portavoz de los pueblos amazónicos de Ecuador clama por una reparación justa a las comunidades afectadas por la actividad petrolera y podemos leer el comunicado gracias a la gentil traducción de nuestra colaboradora Gisella Evangelisti. Seguir leyendo…

Valoración: 
0
Sin votos (todavía)

Añadir nuevo comentario

CAPTCHA
This question is for testing whether or not you are a human visitor and to prevent automated spam submissions.