Lejos de cambiar el paradigma norteamericano de represión contra las drogas, la cumbre UNGASS 2016 solo alcanzó un tímido acuerdo. Mandatarios reconocen que no se alcanzará la meta de erradicar el uso, producción y comercialización de estupefacientes de cara al 2019.
Por José Carlos Díaz Zanelli
Servindi, 25 de abril, 2016.- La semana pasada Nueva York fue el escenario de una cumbre histórica que tenía como objetivo el replanteamiento de las políticas en materia de drogas a nivel mundial. La Cumbre Antidrogas o UNGASS 2016 reunió a los presidentes de diversos países embarcados en esta empresa, incluido el Perú.
La cumbre se llevó a cabo por un pedid expreso de México, Colombia y Guatemala, países que han manifestado que no se logrará la meta trazada hace 40 años por la Comisión de Estupefacientes de las ONU: erradicar la producción y tráfico de drogas a nivel mundial de cara al 2019.
“No estoy proponiendo la legalización. Estoy proponiendo que cambiemos el enfoque. Llevamos más de 40 años en esta guerra contra las drogas y no la hemos ganado”, dijo poco antes de la reunión el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, palabras que fueron respaldadas por sus homólogos de México y Guatemala.
Aprovechando su estancia en Nueva York, el mandatario peruano Ollanta Humala también se pronunció respecto a las políticas antidrogas. “¿Qué están haciendo estos países que son la gran demanda de la cocaína? Hay una responsabilidad compartida, pero no diferenciada”, dijo el jefe de Estado de Perú.
Sin acuerdos drásticos
Todo hacía indicar que se alcanzaría por un acuerdo global para cambiar el paradigma norteamericano de luchar contra las drogas de manera represiva. Y es que como señala el investigador italiano Cristiano Morsolin, del Observatorio sobre Latinoamérica SELVAS, la política represiva y punitiva solo ha generado problemas de salud y de condiciones de vida para las comunidades ubicadas en zonas de influencia.
No obstante, lo único que se consiguió fue un acuerdo bastante menor, cuyo borrador está disponible para ser descargado y donde no se pone freno explícito a la política represiva.
El único punto que podría llegar a ser considerado un avance es el referido a facilitar el acceso y uso de sustancia “bajo fiscalización” para fines médicos y científicos. Sin embargo, en la práctica esto solo implica la reducción de barreras burocráticas para el uso de las drogas en laboratorios, no pone fin al paradigma norteamericano.
Añadir nuevo comentario