
Servindi, 23 de abril, 2023.- Este fin de semana nuestro colaborador José Luis Aliaga Pereira nos acerca a la poesía de Jorge Horna Tai, un poeta celendino, cuyos poemas breves y sencillos describen con especial sensibilidad la naturaleza que nos rodea.
Nacido en Celendín y de progenitor chino Jorge Horna trasluce en sus poemas una escritura donde el sujeto parece ausente para hacer evidente la unidad de lo divino, la humanidad omnisciente y la Tierra.
Escritores de mi pueblo: Jorge Horna Tai
Por José Luis Aliaga Pereira*
23 de abril, 2023.- Para entender la poesía de Jorge Horna, no hay necesidad de ser crítico literario o ingresar por recubecos dialécticos como acostumbran hacer estos importantes amigos. Y parece fácil leer al vate celendino porque en sus versos habla de lo que nos rodea, de lo que conocemos y apreciamos.
En su libro "Llueve a cántaros", en la contracarátula, Víctor Tataje, escribe:
"Impregnados de luz y del matiz púrpura de la sangre como elemento vital, los versos de "Llueve a cántaros" no dejan de aludir al paisaje y a la cotidianidad contemplativa del hombre andino, para quien el agua es fiesta y augurio de fecundidad. Brotan de la tierra como acontece después de las lluvias, cuando renace el verdor y el oro natural en las espigas del trigo. En ellos, al igual que en cerros y quebradas, cada palabra será crepúsculo encendido, coloquio, precisos rayos de sol que los Maestros tallan en la letra de los niños. Al leerlos lloverá a cántaros una interminable hemorragia de humanidad, en olor a celebración y comunión de la especie.
La voz de Jorge Horna retoma el camino hacia la oralidad primigenia, dialoga con la sencillez de los abrevaderos, negando al poeta reducido en su individualidad a simple variable de la urbe y del mercado. (...)
Nacido en Celendín de Cajamarca, en 1949, Jorge Adalberto Horna Chávez cumple con la gigantesca tarea de ser profesor primario, egresado del Instituto Pedagógico Regional de su terruño. Es un exiliado más en las insulas extrañas de Lima, ciudad a la que aquí, no ha de nombrar.
Cuando terminaban los años 70, pasó como viento leve por las aulas de Literatura en San Marcos, donde estudió y fue fundador colectivo, junto a otros alucinados, de ese proyecto magnífico llamado Qlisgen. Sus poemas han aparecido, también, en otras revistas como "Lluvia", "Alma Matinal" y "Buen Gobierno".
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(...)
"Y siendo paisaje y siendo memoria, "Árbol de atisbos", su segundo libro, también es convicción. No hay pues, en él –nos dicen los editores, ArteIdea–, vestigio alguno de palabra derrotada, ni de sustantivo quebrado en mitad del verso. Así, Horna traduce una visión del mundo y de relaciones humanas a las que aspira. Premunido de su pacto con la belleza, terco pero sosegado, insiste en cosechar de su árbol bueno una poética que atisba soles, fortalezas y ternuras".
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En cuanto a los elementos del círculo familiar que participan en la formación de Jorge Horna en forma decisiva, está el origen étnico de sus padres. Su madre, Agripina Chávez Díaz, natural de Cajamarca-Perú y su padre, Lorenzo Horna Ortiz, de la China de Mao (su abuelo paterno de apellido Tai. Fueron 9 hermanos de los cuales quedan Jorge, Julio Saturnino, Lucila, María y Rosa). Mejor dicho, Jorge, nace del abrazo de dos continentes: el sudamericano y el asiático.
"Llueve a cántaros" (1999):
Molino de agua
Menuda
gota
luz prisionera
de la transparencia
Abre tus puertas
al manantial,
alumno libre
de las fuentes
Puquio
de fresca sombra
en tu remanso
zigzag
los pájaros
ahuyentan
su sed
Saltan
a la tierra
arroyuelos,
recorren
hasta el granizo,
cristalinos.
Trébol
Flor de los caminos
sólo los que rumian
tu amor
saben de ti.
Qué desilusión,
es ajena tu dulzura.
Tridimensionales
tus perfiles en los recodos
Arcos de entrada
a las encantadas riberas.
Crecedera de los cercos
es blando tu forraje
para mi canción.
Cola de hormiga
Se enfilan pacientemente
las hormigas
para labrar la tierra,
Agreste manera
del orden:
las hormigas hacen cola.
En sus laberintos de ensueño
elevan su ejemplo
al más alto pedestal
del aire.
Hacen las hormigas
cola
ordenada
limpia digna
"Árbol de atisbos" (2008)
El matiz de los matorrales
Escribo en el primer peldaño
del inmenso y hermoso camino
para convidar te la claridad
del rincón de los rosales
Contigo en esta misión de alas
que se extiende
de los montes incultos a los mares azules
Quiero decirte
que desde el balcón que elegí
para estar en el llano, veo
que los árboles aún crecen
en el vendaval de sus reclamos,
el paisaje tiene reservado un hospedaje
para el prisionero
que deslumbró al enemigo
en la derrota del ego y la miseria
Escribo en el matiz de los matorrales
agazapado en el retumbe de la tierra
en el candor de los epígrafes danzantes
con la música de las espigas
repletas de humanidad.
Leña
En la etérea penumbra de los años
se acomoda generosa la madrugada
Los fogones ansían la explosión de las flores
el machete, la saliva de los guarangos
Retorna el leñatero a sus hábitos de harapos
con la curva de afecto clandestino
Los troncos izan las espinas tenaces
en la jiba acertada de la hoz
Acostados en el polvo de los cercos
los arbustos abren sus cortezas:
Leña que reúne el rescoldo de las jornadas
en resplandor vespertal de las grietas de la parla
Las fauces de los montes se vuelven oferentes
los asnos arrancan el pasto, nacen manantiales
Crece la humedad y vence a la sombra
el bosque se eterniza en sus brotes.
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* José Luis Aliaga Pereira es comunicador y escritor cajamarquino. Es autor del libro “Grama Arisca, cuentos, relatos y anécdotas” y el cuento largo “El milagroso Taita Ishico”. Próximamente publicará "El cazador de viudas frescas y otros cuentos".
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