
Foto: malcolmallison
Por Gil Inoach Shawit*
26 de setiembre, 2012.- Son cuatro los puntos problemáticos que motivaron la unidad de los pueblos indígenas, quienes a partir de los años 70 venimos organizándonos con mayor visibilidad, estos son: los conflictos territoriales por invasión de colonos, doble explotación del patrón y del habilitador, escasa cobertura de atención en educación bilingüe y débil presencia del Estado en temas de salud pública en las comunidades.
Los líderes estuvieron bien claros sobre cuáles eran y cómo se originaban tales problemas, buscando así los canales a seguir para la solución de los mismos. Sin embargo, no encontraban respuesta oportuna por parte del Estado que se limitaba a entenderse con estudiosos de las ciencias sociales, quienes hasta cierto tiempo asumieron roles de interlocución, y respondían a la problemática indígena con teorías asimiladas según sus opiniones particulares. Si bien estos problemas no están del todo resueltos, la atención a las demandas funciona como procesos que tienen formas de avance en la medida en que las fuerzas organizativas inciden de manera directa en los organismos que toman decisiones.
Pero ocurre que no sólo la agenda social entretiene a los pueblos indígenas, sino que a ella se suman aspectos lingüísticos. Tal es el caso del alfabeto del pueblo Awajún. Los lingüistas estudiosos de la estructura fonológica del awajún concluyeron que dicha lengua estaba compuesta de 21 grafías. De igual forma, identificaron 4 vocales: a, e, i, u. Las mismas vocales presentan además un proceso de nasalización cuando se requiere de pronunciaciones que distinguen los sonidos y significados de las palabras. Así tenemos las vocales nasalizadas: â, ê, î, û.
Con estas distinciones claramente establecidas y con la debida asesoría científica en la materia, el Ministerio de Educación publicó las cartillas y los textos de lectura con los cuales se alfabetizaron a los escolares awajún por más de 25 años.
La organización del pueblo Awajún
Cuando el pueblo Awajún se organiza y empieza a asumir su rol de interlocución directa, se reafirma como un colectivo, que -al igual que otras sociedades organizadas- había llegado el tiempo de hablar “por sí mismos” sin intermediarios. Fue una reacción contra todo tipo de intromisión externa. En adelante, las agendas no deberían imponerse desde afuera. Entre las instituciones cuestionadas estaba el Instituto Lingüístico de Verano (ILV) por el doble rol que jugaba: educador y evangelizador.
El Consejo Aguaruna y Huambisa (CAH) crea sistemas propios de comercialización para sus productos, desarrolla de manera exitosa los fundamentos de lo que hoy es el programa Formación de Maestros Bilingües de la Amazonía Peruana (FORMABIAP), instala sistemas propios de atención en salud comunitaria y, de manera similar, el Ijunbau Chapi Shiwag, crea las bases sociales de una de las organizaciones regionales más sólidas de la Asociación Interétnica de Desarrollo de la Selva Peruana (AIDESEP).
El sistema de evangelización impuesto se reduce tremendamente ante la rebeldía de pastores awajún, que crean su propio instituto liberándose de los centros matrices de reclutamiento. El pastor Tomás Dati, encabeza el levantamiento awajún para expulsar al cineasta Werner Herzog y muestra una genuina decisión colectiva que señala que ningún elemento externo debe variar nuestra visión y cosmovisión, ni mucho menos realizar teatros ofensivos que mellen la dignidad indígena. Los pastores, los sanitarios, los profesores y todos los líderes retoman la visión de sus ancestros: defender y proteger el territorio y su identidad con una sola voz.
El impulso de la educación bilingüe
En plena efervescencia, durante la década de los 80, se gesta la idea de liderar el proceso de desarrollo de educación bilingüe. Entonces se cuestionó el rol del ILV y el modelo de sistema curricular que orientaba a los indígenas hacia la castellanización y, como una alternativa ante aquella atribución inconsulta se creó el FORMABIAP a través de un convenio que AIDESEP suscribió con el Ministerio de Educación en 1988.
El programa tuvo un buen inicio. Los jóvenes indígenas de diferentes pueblos empezaron a formarse en la modalidad de estudio regular. Se trabajó para profesionalizar a maestros bilingües en ejercicio. Se puso en marcha el proceso de construcción de una currícula alternativa con participación indígena, así como el involucramiento de lingüistas y antropólogos no indígenas mediante trabajos de campo.
El programa intentó ir un poco más allá, y propuso la incorporación de neologismos ante la aparición y asimilación desordenada de nuevos términos que trae consigo la globalización. Como advirtiendo que la incorporación de nuevos términos encuentra legitimidad cuando hay asimilación espontánea y progresiva en la población, los intentos por desarrollar el neologismo y la neonumeración en las comunidades quedan en suspenso.
Pero como corolario de lo que vendría después, debo expresar que me he tropezado en más de una oportunidad con insinuaciones de algunos lingüistas en el sentido que no es necesario escribir con signos gráficos las vocales que se pronuncian nasalmente.
Yo provengo de una escuela bilingüe a través de la cual aprendí a distinguir que lo que se habla, se registra como tal, con la ayuda de la técnica lingüística, mediante el empleo de los signos. Yo tenía entonces 22 años y al escuchar que ya no sería necesario el uso de los signos, supuse que tarde o temprano habría serios problemas. Aunque algunos lingüistas afirmen todo lo contrario, como hablante awajún, me es difícil desarrollar una correcta pronunciación de las palabras si estas no se distinguen con signos gráficos.
Por ejemplo:
Si me presentan en la pizarra la palabra: wake. Lo primero que se me aproxima es que aquella se refiere a la panza. Inmediatamente diría que la palabra wake que se refiere a la panza, lleva un acento en la “á”, es decir: wáke. Hasta ahí normal. Pero si mi interlocutor me aclara y me dice que en realidad se refería con esa palabra a abismo, entonces mi reacción sería, hay que agregarle un signo que nasalice a la “ê” para darle tal significado. Es decir; wákê.
Ahora que me estoy dando tiempo para justificar este intervalo solo porque a alguien se le ocurre escribir el alfabeto awajún sin necesidad de distinguir la nasalización, diría que en primer lugar la ciencia lingüística -se supone- nos brinda las herramientas para facilitar la fluidez en el empleo de la fonología gramática y evitar la confusión de términos.
Cualquiera opinaría que es obvio que un hablante awajún no necesita escribir con signos gráficos para distinguir las vocales nasales de las no nasales. Esto es cierto. Pero no olvidemos que la cuestión no está sólo en el correcto pronunciamiento de la lengua, sino, particularmente en lo que se refiere a la lengua Awajún, está en que la omisión de los signos que distinguen los destinos de una palabra entre lo que una “e” y una “ê” quieran decir, pueden llevar a intervalos de confusión. Diferencia que sólo para un hablante podría ser manejable memorísticamente. Más que memorísticamente, uno tiene que añadir su conocimiento del objeto a lo que desea identificar, y si no conoce el objeto o la especie que quiere precisar, tendrá que ser auxiliado por un tercero, conocedor.
Por ejemplo:
La palabra pêê, es muy desconocida. Se refiere a un bejuco de fácil combustión que sirve para provocar fuego con la fricción. La nueva generación que no conoce esta especie, quedaría pensativa sobre su significado en contraste con lo que está escrito. Peor aún. Si desde un principio no se le enseñó el signo que nasaliza las vocales -que es lo que pasa con los escolares de hoy- pronunciaría como normalmente se hacen las vocales no nasalizadas. Pero al ser aclarado por un tercero pronto entraría en cuenta que la nasalización destinada a identificar el objeto es correcta y precisa. De lo contrario habría borrado los signos que nasalizan las vocales pensando que el interlocutor erró al escribir pee que quiere decir: lateralmente.
A ello me refiero cuando afirmo que la omisión de los signos que distinguen los destinos de una palabra entre lo que una “e” y una “ê” quieren decir, pueden llevar a intervalos de confusión.
¿La ciencia lingüística tiene como objeto contribuir al caos o es el estudio científico tanto de la estructura de las lenguas naturales como del conocimiento que los hablantes poseen de ellas? Pues si es esto último, la lengua hablada debe ser plasmada como tal por escrito, con el auxilio de la fonología gramática y empleando los signos como accesorios para su precisa aplicación.
La validación del alfabeto awajún
Cuando el Ministerio de Educación en cumplimiento de su función organizó a través de su área a cargo de la educación intercultural bilingüe una suerte de encuentros para la validación del alfabeto Awajún, saltó a la cara lo que sospechaba hace 23 años atrás.
El pueblo Awajún apareció dividido en el “Congreso Macrorregional para la Normalización del Alfabeto de la Lengua Awajún” que tuvo como objetivo regularizar su alfabeto en 2009. Al final salieron reconocidas las siguientes grafías en la resolución que lo oficializa: a, b, ch, d, e, g, h, i, j, k, m, n, p, r, s, sh, t, ts, u, w, y.
El motivo que condujo a una acalorada discusión fue que hubo un grupo de personas que proponía insertar el grafema “ñ”, argumentando que los niños escribían con mayor facilidad los sonidos de vocales que se nasalizan, debiendo componerse la escritura, por ejemplo, de esta manera: ña, ñi, ñu (no aplica ñe).
La gran mayoría sostuvo que los sonidos nasalizados no necesitan la ayuda de “ñ”, porque aquello (â, ê, î, û) se ayuda fonológicamente con “y”, es decir; yâ, yî, yû (yê no aplica). Los del Alto Marañón, cuando quieren decir: su hermana, suelen expresar: umajî. En cambio, los hablantes de los llanos, suelen expresar: umayî. Pero, ambos se entienden porque estas variantes son regionales.
El acuerdo que se tomó en aquel Congreso Macrorregional, obviamente, desaprobó la propuesta de inserción de la “ñ”, y fue oficializado por el Ministerio de Educación a través de la Resolución Directoral Nº 2554–2009–ED.
Como quiera que, en un proceso democrático, los distintos puntos de vista se definan acorde a la decisión de la mayoría, es aceptable que de manera previa a los acuerdos hayan existido discrepancias, propias de un proceso regular participativo. Sin embargo, lo que de ninguna manera es aceptable, es que el mismo sector que dio por formalizada la normalización del alfabeto awajún ahora pretenda reabrir el caso cuando el asunto no ha sido solicitado por el pueblo interesado.
De vuelta a la arbitrariedad. La inserción de la “ñ”
Tengo entendido que el pasado mes de agosto se realizó un nuevo encuentro en la ciudad de Bagua para insistir en la supuesta necesidad de insertar la “ñ” en el alfabeto awajún. La propuesta fue igualmente rechazada.
Como awajún, también tengo argumentos propios para expresar mi desacuerdo con la inserción de la “ñ”, porque este grafema simplemente carece de utilidad, pues hablo y escribo perfectamente mi lengua, sin necesidad de tal alteración en el alfabeto.
Líneas arribas escribí que los pueblos indígenas se organizaron para unir y transmitir sus demandas como una sola fuerza colectiva, sabían cuáles eran esos problemas; sobretodo, tenían agendas claras y propuestas de solución a ellos. Bien pues, desde este punto de vista, se puede afirmar que aunque el proceso de validación del alfabeto no ha sido fácil por sus contenidos especializados en la disciplina gramatical y fonológica, al fin pudieron decidir con fundamento y con el concurso, qué mejor, de los mayores, conocedores profundos de la lengua.
Pese a ello, reabrir el caso no me parece objetivo. Me pregunto. ¿Por qué razones el Ministerio de Educación quiere volver a debatir un caso ya cerrado? ¿Existe alguna intención de imponérsele al pueblo Awajún una decisión ajena y arbitraria por cansancio? De ser así, esto merece una seria llamada de atención al sector correspondiente.
Razones por la cuales la “ñ” no es un grafema awajún
Mis discrepancias se sustentan sobre la base de antecedentes que voy a exponer de manera resumida.
Primero.- La lengua Awajún existe y se desprende como una de las variantes lingüísticas del tronco Jíbaro. Sus hablantes son más de 50 mil personas. No es un dialecto, la lengua Awajún tiene su propia estructura gramatical y aunque existen algunas variantes regionales, esto nunca ha sido motivo de relaciones insalvables de comunicación. Es hablada en los departamentos de Amazonas, Loreto, San Martín y Cajamarca.
La Ley Nº 29735, que regula el uso, preservación, desarrollo, recuperación, fomento y difusión de las lenguas originarias del Perú, establece en su artículo 9º que son idiomas oficiales, además del castellano, las lenguas originarias en los distritos, provincias o regiones en donde predominen(…). Como acabamos de señalar que el pueblo en mención tiene existencia originaria, la validez de su idioma es declarada como tal por la ley, el cual tendrá que ser inscrito en el Registro Nacional.
De igual forma, dentro de los lineamientos de la política nacional, el Estado, a través de las instancias sectoriales correspondientes garantiza la multifuncionalidad de las lenguas originarias y su calidad de patrimonio cultural inmaterial e integra su salvaguarda en los programas de planificación educativa, cultural y de investigación, conforme prescribe el artículo 12º de la citada ley.
Segundo.- Según estudios a los que he tenido acceso y consultas que he realizado en base a los diccionarios del pueblo en mención, textos de lecturas de primaria y materiales varios analizados, no he encontrado ningún antecedente que fundamente que la “ñ” puede ser sustituta de las vocales nasalizadas.
En 1974, David Lawrence Payne, estudia la nasalidad en la lengua Aguaruna, y llega a la conclusión de que existen indicios razonables como para sostener que la nasalización es una particularidad que no se define como sonido con auxilio de la “ñ”, sino, que parten de una fonología propia. En esta investigación participaron como informantes; Antonio Bakuants, Tomás Dati, José Kuji, Samuel Nanantai, Andrés Weepiu, Gerardo Weepiu, Miguel Ukuncham y Domingo Ukuncham.
En 1978, Angel Corbera Mori hizo una investigación de la Fonología Aguaruna con el auspicio del Centro de Investigación de Lingüística Aplicada (CILA) de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. En aquel entonces los awajún consultados, los mismos que dieron en su oportunidad una información –se supone fidedigna- fueron; Pablo Chumap, Angel Tarichu, Marcos Piuk, César Sarasara, Adolfo Tsegkuan, Julián Taish, Wilson Tuchía, Benito Shakaime y Segundo Maitú Ashás.
En 1994, Angel Corbera hace una tesis doctoral sobre la Fonología Gramática en el distrito de Cahuapanas. Colaboran; Julián Taish, Pepe Shuuk, Ernesto Tiwi. En este estudio también participó la Federación de Comunidades Nativas del Distrito de Cahuapanas (FECONADIC). En esta investigación tampoco encontré indicio alguno que recomiende la incorporación de la “ñ”..
Tercero.- En los contrastes de pares mínimos de vocales, podemos apreciar algunos ejemplos, como para demostrar el modo cómo los sonidos funcionan destinando a los objetos que determinan una comunicación comprendida:
uut = concha de agua dulce
ûût = esconder, ocultar.
ijut = incar, picar
îjût = añadir
ujuk = rabo, cola
ûjûk = tos, flema.
yaya = estrella
yâyâ = rata
Algunos sostienen que la palabra yãyã debía escribirse ñaña. Postura que no comparto pues la que forma el sonido es la vocal nasalizada “ã”. No es que la “ñ” determina el sonido de la “a” nasalizada. Sobre su naturaleza independiente está explicada anteriormente, a manera de ejemplo:
ãjãn = lejano
ajan = en referencia a la chacra (ajan pachisa tajai).
En la reunión de Huampaní que se realizó en el año 1999, organizada por el Ministerio de Educación, la presentación de David Lawrence Payne, sustentando científicamente el porqué no es necesario incluir la “ñ” en el alfabeto Awajún, fue contundente y lapidaria.
Que el asunto no se haya zanjado en aquella oportunidad es la sombra que ahora merodea, intentando resucitar temas archivados. Tras las lecciones aprendidas, se abstuvo de promover el neologismo, la neonumeración y también se prestó especial atención a los acuerdos finales entre los cuales se contemplaba la no inclusión de la “ñ”. Eran tiempos en que se iban definiendo los aspectos primordiales de la lengua originaria. Poco después algunos materiales como el cuaderno de trabajo de primer grado que fueron producidos en 2006, pero a diferencia de materiales de lectura que producía el Ministerio (Convenio con ILV) en los 70 - 80, los textos salieron impresos sin los signos nasales.
Ahora, ¿Por qué la generación que aprendimos a leer y a escribir en la lengua Awajún con vocales y signos nasalizadas y no nasalizadas, no encontramos dificultades en la lectura ni en la escritura en comparación de la nueva generación de escolares que encuentra dificultades?
El origen de la complicación actual
Los problemas señalados anteriormente se produjeron cuando se dejaron de reproducir las cartillas elaboradas para las escuelas bilingües. Los profesores que sin ninguna autorización oficial enseñaron a los alumnos de primaria insertando la “ñ” a manera de ensayo son ahora responsables de aquella confusión. No todos los awajún han recibido educación bilingüe. Muchos se han formado en escuelas no bilingües o en escuelas bilingües pero sin los insumos adecuados de enseñanza metódica en lectoescritura como sí ocurrió en los años 70 y 80.
¿Es correcto afirmar que la “ñ” debe ser insertada en el alfabeto porque así vamos a superar las dificultades que encuentran los alumnos a la hora de leer y escribir, cuando en realidad las supuestas dificultades aparecen simplemente por un descuido del sistema del cual el Ministerio de Educación es el principal responsable o por qué no decir, porque el Ministerio de Economía y Finanzas no le destinó presupuesto suficiente a la educación bilingüe?
La situación tiende a complicarse aún más. Resulta que en muchos casos, los futuros profesores que dictarán las clases lo harán sobre la base de la teoría de algunos lingüistas que insisten en escribir el idioma Awajún sin los signos de nasalización bajo el supuesto de que el maestro domina su idioma. Lo que quiere decir esta teoría es que si sobrevive la “ñ” cobrará mayor fuerza pero no para enriquecer la lengua sino para parchar la crisis de la fonología gramática provocada por “expertos” que se quieren lavar las manos ahora que se han dado cuenta que su teoría está fallando.
Según ellos, no les compete ninguna responsabilidad en el hecho de que los niños estén ahora confundidos. Tampoco tiene asidero pretender justificarse en que los niños, en su inocencia, digan que para ellos la “ñ” es más comprensible. La responsabilidad histórica de proteger la lengua oral y escrita está en los mayores y en la generación consciente por preservar las lenguas originarias como un patrimonio cultural inmaterial.
Si yo fuera aún un niño y me hubieran formado mal, estoy seguro que apostaría por conformarme con la “ñ”, esto sólo para hacerme más fácil la escritura, y nada más. Pero como la lengua Awajún, al igual que las demás lenguas del mundo, no sólo está conformado por grafemas o consonantes o grafías desidiosamente asimiladas, sino, porque estas son instrumentos que propulsan la visión holística del pueblo, se exige entonces el deber de protegerla manteniéndola en su integridad y luchar para no dejarse arrebatar la riqueza de nuestra identidad lingüística.
Mantenerse en la idea de suplir las expresiones oralmente nasalizadas acompañándolas con la “ñ” en vez de “y” es como sostener que algún tiempo todos los idiomas sustituyeron sus signos para acoplarse a la modernidad de los tiempos, lo cual, no deja de tener razón, pero afirmar, que con “ñ” vamos a resolver las dificultades de lectoescritura de los niños, es sólo restarle la importancia al valor autónomo que la nasalidad escrita con el signo del sonido correspondiente revienta palabras para destinar un sentimiento, un acto, una tristeza, una alegría, un objeto, una visión del mundo. La “y” es una consonante que respeta los sonidos primigenios de las vocales, en cambio la “ñ”, desnaturaliza totalmente por convertirla a las â, ê, î, û en a, e, i, u, respectivamente.
Si nuestros ancestros se hubieran curtido de la “ñ” como suya lingüísticamente, no habría problema para pronunciarse la palabra compañía. Todo lo contrario, en vez de repetirla acomodan desde su subconsciente lingüístico dicha palabra pronunciándola ex profesamente kumpania. Lo que se dice piña en castellano, se pronuncia intencionalmente en Awajún pina. ¿Qué quiero decir con este ejemplo? Que si el awajún tendría en dominio lingüístico el grafema “ñ”, no tendría problema en pronunciar repetidamente “piña”.
Lo que observo desde esta perspectiva aparece como que los partidarios de la “ñ” están -consciente o inconscientemente- empujando a que en Awajún ya no se pronunciepina, sino, piña o kumpañia en vez de kumpania . Lo cual, promovida su inserción en diferentes frentes, significaría que nuestra lengua habría entrado en un tendencioso y subliminal proceso de castellanización. Por conformismo, insertar un nuevo grafema como remedio a los signos de nasalización, resultaría peor que la enfermedad cuando se convenza que la nasalización tiene vida propia, por tanto, exige ser escrita la palabra con el sonido de sus signos.
A manera de conclusión
Nadie debe prohibirnos emplear los signos que se estimen necesarios en la escritura. Sino, preguntemos a los portugueses, a los alemanes, a los franceses y a todos aquellos pueblos que siempre llevan en sus escritos signos y sonidos muy bien pronunciados y acentuados. Tampoco se debe decir que porque las computadoras no están programadas con gráficos, habría que conformarse con expresarse nasalmente solo cuando hablamos.
Observo que hay una generación de lingüistas dispuestos a manosear sin fundamento las fonologías gramaticales pretendiendo homogenizar el alfabeto amazónico. Pues que lo demuestren técnica y científicamente con alternativas que los awajún caigamos rendidos.
Hago un llamado a FORMABIAP y a los lingüistas que respetan la disciplina científica de las fonologías gramaticales del pueblo Awajún, a intervenir en este asunto y que bajo ninguna circunstancia se permita que nuestra lengua acabe castellanizándose. El programa bilingüe nació para hacer frente a este tipo de intenciones antojadizas que insisten por imponernos grafemas nada útiles ni primigenios pese al rechazo del pueblo.
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*Gil Inoach Shawit, es indígena originario del pueblo awajún. Se desempeñó como presidente de la Asociación Interétnica de Desarrollo de la Selva Peruana (AIDESEP) durante dos periodos consecutivos, de 1996 al 2002.?