Por Laura Bécquer Paseiro
Gramma, 9 de junio, 2011.- Con altas temperaturas y una excesiva humedad que favorecen el desarrollo de una vegetación tupida y exuberante, se alza majestuoso el santuario ecológico de la Humanidad conocido como Amazonía, del cual se estima que proviene alrededor del 28 % del oxígeno de la Tierra.
Toda la flora de la selva tropical sudamericana está presente en este espacio, donde aún existen innumerables especies sin clasificar. Es el bosque tropical más extenso del mundo, con seis millones de kilómetros cuadrados repartidos entre ocho países, de los cuales Brasil posee la mayor parte, seguido por Perú, Colombia, Bolivia, Ecuador, Guyana, Venezuela, Suriname y la Guayana Francesa.
Hoy el panorama del Pulmón Verde del planeta dista mucho de lo que una vez fue. Ante el paraíso natural se levanta una alerta de sequía y deforestación que amenaza con desaparecerlo.
El Panel Intergubernamental de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático obtuvo mapas que muestran una reducción de al menos 1,5 millones de kilómetros cuadrados de vegetación en la Amazonía.
"La deforestación intensifica el efecto de la aridez, el bosque pierde su capacidad para permanecer verde durante todo el año y la combinación de ambos factores lo tornan además peligrosamente inflamable", explica la investigación.
Otro estudio predice que "en un clima cambiante, con temperaturas más cálidas y alteración de patrones lluviosos, el resultado podría causar que parte de los bosques sean reemplazados; como consecuencia, el carbono almacenado en la madera podrida se liberaría en la atmósfera, realidad que aceleraría el calentamiento global".
Brasil, el mayor afectado
La Amazonía Legal, que es el territorio de Brasil ocupado por los 775 municipios con selvas amazónicas, abarca más de 5 millones de kilómetros cuadrados, el 59 % del territorio total del país. Allí viven 24 millones de los 191 millones de brasileños, según el censo del 2010. Es por ello que el Gobierno está determinado a ir con todo contra los responsables de tal flagelo, y para ello se concentrará en el combate contra el crimen ambiental, en palabras de la ministra de Medio Ambiente, Izabella Teoxeira.
Entre mayo del 2000 y agosto del 2006, el gigante sudamericano perdió casi 150 000 kilómetros cuadrados de bosque, según el Instituto Brasileño del Medio Ambiente. Ello se debe a que la poda ilegal es bastante común, pese a las estrictas licencias que solamente permiten la extracción de madera en ciertas áreas. Además, prácticamente en todos los desmontes realizados por los pequeños agricultores se utiliza fuego, que con frecuencia escapa de las parcelas agrícolas e incinera partes de la selva.
La reciente aprobación del nuevo Código Forestal, que llevaba años obstruido por discrepancias entre ecologistas y terratenientes, manifiesta la voluntad del Gobierno para frenar la destrucción de la selva, para lo cual convocó incluso los esfuerzos del Ejército.
Las autoridades instalaron un gabinete de crisis, pues los datos satelitales del Instituto Nacional de Pesquisas Espaciales indicaron que durante los meses de marzo y abril de este año la deforestación se expandió por un área de 593 kilómetros cuadrados, pese a estar en la época lluviosa en la región, cuando la cifra es menor.
Mientras algunos sugieren que la rapidez de la deforestación podría acabar con el 40 % del territorio en 15 años, otros llegan más lejos al apuntar que la destrucción de este espacio natural podría ser irreversible en una década, y desaparecería totalmente en menos de medio siglo.
Lo cierto es que, de continuar las actuales prácticas de destrucción, la Humanidad está en riesgo de perder, junto con la selva amazónica, otra invaluable oportunidad de atenuar el cambio climático.
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Fuente: Artículo publicado por el Diario Granma: http://www.granma.cubaweb.cu/2011/06/09/interna/artic01.html