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Colombia: ¿Cuál es el saldo de la Minga Indígena?

- Los indígenas se fueron pero la minga se quedó...

SIEC, Actualidad Etnica, 25 noviembre, 2008. Tal vez aún no sea el momento para hablar de saldos, pues los indígenas se fueron, pero la Minga se quedó. Parece paradójico, pero así lo manifestaron los cincuenta y dos indígenas que iniciaron los trabajos con la Comisión de Viceministros este lunes.

La Minga tuvo su momento más importante el sábado 22 de noviembre, cuando los aborígenes lograron reunir por 14 horas, en el auditorio del Sena, a cerca de diez ministros, varios viceministros, directores de programas gubernamentales, de organizaciones no gubernamentales (ONG) de DDHH o que trabajan temas étnicos, asesores de unos y otros, organismos de control y periodistas de casi todos los medios de comunicación del país.

Sólo este hecho, logrado por unos ocho mil indígenas que marcharon desde el departamento del Cauca hasta la capital del país, e instalarse en la Universidad Nacional, "nuestra Alma Mater", resulta histórico.

La pregunta es: ¿A qué vinieron los indígenas a Bogotá, si tuvieron la posibilidad de debatir ampliamente con el Presidente en La María? La respuesta parece obvia para muchos: el gobierno presentó más explicaciones y justificaciones sobre lo que hace y deja de hacer, antes que soluciones a las demandas indígenas; aunque, no faltan quienes piensan que los indígenas tienen demandas irrealizables y el gobierno ya hizo lo suficiente.

Por eso, a menos de una semana de haber recibido al mandatario, decidieron "tomar sus corotos" y en una caravana de buses y chivas, recorrieron medio país, hasta llegar a la Plaza de Bolívar de Bogotá. ¿Qué queda de esa extensa jornada de trabajo con los ministros?

Las respuestas son encontradas. Nada, dice un líder indígena en medio del escepticismo. "A nuestras demandas de tierras, el Ministro de Agricultura nos responde como si fuera el Ministro de Defensa, aduciendo que por él, se hubieran parado todas las entregas de tierras para los indígenas"; a nuestra demanda para que Colombia asuma de manera integral la Declaración de Derechos de los Pueblos Indígenas, la Vicecanciller nos responde que "este tipo de declaraciones no son vinculantes para los países y que la alternativa es una declaración unilateral del gobierno" que no sirve para nada; y a la exigencia al gobierno para que respete nuestros territorios y autoridades, y desmilitarice los resguardos, el gobierno responde que "ni un sólo centímetro del territorio nacional será vedado para la fuerza pública".

Otros, menos escépticos que este líder indígena, piensan que se ha avanzado kilómetros. Un funcionario del gobierno dijo: Primero, se ha definido una agenda de trabajo para esta semana; segundo, de alguna manera se tomaron decisiones que permitieron que la gran mayoría de comuneros regresara a sus comunidades; tercero, se ha acordó una nueva reunión con los ministros, y por ultimo, estamos atentos a la fecha para una nueva reunión con el presidente.

Del escepticismo del primero, al optimismo del segundo, podemos derivar en un primer momento el estado del arte de este proceso. Hay una serie de elementos de fondo que han sido colocados de presente por las partes y que de alguna manera se han erigido como una suerte de inamovibles que no permiten que el proceso avance.

No obstante, la decisión de evaluar el cumplimiento de los compromisos de éste y los anteriores gobiernos con los indígenas, de inventariar todos esos acuerdos que se firman y no se cumplen, parece un buen punto de partida. Aunque, al escuchar de la boca de uno de los indígenas "ese inmenso prontuario" de acuerdos incumplidos, algunos desde la década del 80 del siglo pasado, uno no puede menos que dolerse por la ineficacia de los gobiernos y entender la decisión de los indígenas de venirse a la capital, para que el mundo los escuche.

Por eso, la insistencia de los líderes para que este proceso cuente con garantes de la comunidad internacional: "Para que el mundo sepa y pueda exigirle al gobierno el cumplimiento de los pactos".

En todos los departamentos se reclama el cumplimiento de pactos y duele saber que la decisión de las comunidades embera del Chocó, de venirse a la capital con un centenar de niños desnutridos y todas las enfermedades juntas, pasa por el no cumplimiento de acuerdos suscritos por autoridades nacionales y locales desde hace años, que justamente debían darle salida a los problemas de estas comunidades en materia de salud, educación, territorio, derechos humanos y asistencia alimentaria, para citar sólo algunos temas. Así lo reclamó con voz entrecortada, ese inmenso y carismático líder indígena del Chocó, Alberto achito.

Los incumplimientos son copiados año tras año, la negligencia del Estado se hace patente y patética con hechos como el que no existe claridad jurídica sobre quién tiene la competencia para legalizar un resguardo, o la carencia de una política pública seria y coherente que permita resarcir las sentidas demandas de estas comunidades.

Debería el gobierno generar alternativas como la promulgación de la emergencia social para atender a estos pueblos, dieciocho de los cuales están adportas de su desaparición, sin que los "gobiernos se percaten" de que estamos perdiendo nuestras propias raíces.

Sin embargo, los temas "gruesos", los de debate, quedaron para una nueva ronda con los ministros y para el anunciado encuentro con el Presidente. Ahí es donde aparecen los "inamovibles", esos temas que para los indígenas están ligados a su derecho natural, a la ancestralidad y al derecho que les otorga una normatividad internacional, ratificada por Colombia en multiplicidad de convenios, y que para el Gobierno riñen con el marco constitucional.

Bueno, por lo menos en este campo, un tema ha sido despejado: el gobierno ha declarado ante todos los medios que NO va a denunciar el Convenio 169 de la OIT, y esto representa un gran avance en este proceso, pues un país no puede reclamar para sí el honor de tener una de las constituciones más avanzadas del mundo en materia de derechos para grupos étnicos y, de otra, renunciar al espíritu que la sustenta, el Convenio.

El debate está planteado. El gobierno debe presentar propuestas con garantías para indígenas de que esos derechos, de los que todos nos ufanamos, no son letra muerta en el papel.

Alguno de los indígenas planteaba en el debate: "los indígenas no estamos en contra del desarrollo, no somos los mismos de hace 518 años, no andamos por ahí empelota (Sic)... ". El tema es la distribución del ingreso, de la riqueza, del beneficio común, terminó diciendo el embera.

Evidentemente estos encuentros nos han develado unos pueblos con liderazgo, organizados, disciplinados y con una amplia fundamentación jurídica sobre su propia realidad, pero también sobre las alternativas a sus problemas. El gobierno bien puede revisar toda su política y establecer unas nuevas reglas de entendimiento con los pueblos indígenas, entender de una vez por todas si el tema es de derechos o de separatismos, como creen algunos funcionarios del gobierno. Para eso son estos diálogos, para "franquearse", como dicen los indígenas.

Éste es uno de los grandes aprendizajes de este proceso. Muchos creían que los indígenas no iban a saber manejar "la toma de la capital", y para sorpresa de todos, nos mostraron que tienen más control que nadie sobre sus miembros. ¡Cómo quisiéramos una fuerza pública con esas convicciones y esa capacidad de conducción de la guardia indígena¡ Si el gobierno entiende el papel de esta fuerza de convivencia civil, bien podría entender los argumentos de los originarios para reclamar la no injerencia de otros estamentos de la fuerza pública en sus territorios.

El saldo es ampliamente positivo para los indígenas, pero también lo es para el gobierno que tiene la posibilidad de agendar, de una vez por todas, el tema indígena y étnico en su política de gestión. De no hacerlo, este tema, que se acumula en el tiempo, puede explotar con consecuencias funestas para todos en algún momento.

Un comentario final...

La Minga indígena ha sido un espacio de encuentro y movilización con otros sectores. A las reivindicaciones indígenas se han sumado las reivindicaciones de otros sectores sociales y campesinos; incluso los estudiantes se han "colinchado" (Sic) con este proceso.

Éste, también es un saldo positivo en el campo de la organización social, pero a la hora de las negociaciones concretas se ha ido convirtiendo en un ruido para abordar con más claridad las demandas de unos y otros, pues su participación ha resultado más bien débil.

Algunos opinan que esta estrategia puede ser buena para la dinámica social, pero improcedente para los indígenas, pues la suya es una agenda particular que debe ser tratada con las particularidades normativas y de enfoque cultural que tienen los indígenas.

Bien podrían pensar los indígenas y sectores sociales en abrir dos mesas de interlocución con el gobierno, una propia, y otra para los demás sectores, si se quiere con su tutoría espiritual. Pero éste es un paso que tal vez convendría dar. Lo demás, se está percibiendo como un ruido que podría llevar a ningún lugar.

La minga se queda, se ha dicho, pero para que se quede debe ser retomada con fuerza, organización y decisión por los demás sectores sociales, asumiendo ese cuestionamiento profundo propuesto por los indígenas acerca de cuál es la vida que queremos: la de consumir mucho y destruir todo, empeñando el espíritu, ó la de vivir bien, es decir, la del Buen Vivir.

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Fuente: Etnias de Colombia

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