Por Flavio Dalostto
Es comprensible la bronca del líder de la Confederación de Pueblos Indígenas de Bolivia (CIDOB), Adolfo Chávez, representante de los pueblos indígenas de las llanuras orientales de Bolivia. Pretendían, unos 17 diputados en su conjunto. Luego, junto al Gobierno de Evo acordaron pelear por 14 representantes parlamentarios. La oposición salvaje y anti-indígena exigía únicamente 4 escaños.
Al final, en el tira y afloje, el Gobierno y la oposición saboteadora habrían acordado 8 lugares. El enojo de la CIDOB, expresada en las lágrimas de indignación de Chávez, es absolutamente comprensible.
El viernes, ya iniciada la Huelga de Hambre del presidente y varios líderes sociales, este líder indígena hablaba de traición del MAS. No creo que haya sido traición, sino el margen de maniobra permitido por una oposición malvada que odia al Pueblo Indígena, y sabe que en cada diputado propuesto por la CIDOB tendrá un acérrimo enemigo.
No es traidor quien ofrece su propio cuerpo en sacrificio para lograr algo noble y lo más justo posible, alcanzable en la coyuntura. 8 escaños de 130 diputaciones, que tendrían los indígenas de Oriente representará el 6% del Parlamento. Los 457.000 indígenas que representa la CIDOB son el 4,5% del Pueblo Boliviano.
Tal vez no se ganó mucho, pero se ganó. De no tener ninguna representación, se pasa a 8; que representará un bloque fuerte en la futura Asamblea Plurinacional. Este bloque será una bisagra política entre los pueblos del Altiplano y los pueblos de las llanuras. Difícilmente se puedan aprobar Leyes y Presupuestos fundamentales para el país y las regiones, sin el concurso de estos diputados indígenas de las etnias del este. A la hora de negociar y acordar, el Bloque Indígena Oriental hará valer su peso y sus votos serán de oro.
Por eso, Adolfo Chávez, hombre digno, leal y valiente, no debe regalar ese llanto justo a los enemigos del pueblo; porque esas 8 diputaciones no son una graciosa concesión de la oligarquía boliviana. Esos 8 escaños están arrancados con los dientes, a jirones de carne y con desparramo de sangre, a quienes, si por ellos fuera, no solo no darían un solo lugar legislativo a los indígenas; sino que harían todo para exterminarlos.
Este logro, no será el último; ni estará exento de modificaciones más justas en el futuro; pero la CIDOB y el señor Chávez deben saber que el logro es de ellos. Por eso, espero, que pasada la decepción inicial, puedan ver todo lo que han logrado, desde la nada. No es lo mejor. Es lo posible, sin desatar en la patria, un baño de sangre que es lo que, justamente, quisieran los opositores de la oscuridad. Ni un paso atrás, pero paso a paso, compañeros.
¡Viva Adolfo Chávez!
¡Viva la CIDOB!
¡Viva Bolivia!
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