
Un breve análisis cronológico sobre el fiasco político encarnado por la gestión de Pedro Pablo Kuczynski. Acostumbrados a resolver las cosas bajo la mesa, los empresarios que entraron a Palacio de Gobierno durante su gobierno terminaron resquebrajando el “lujo” con el que iniciaron su administración.
Por José Carlos Díaz
Servindi, 26 marzo de 2018.- A mediados del 2016 un entusiasta Pedro Pablo Kuczynski anunciaba a su primera terna de ministros calificándolos como un “Gabinete de lujo”. Por aquel entonces nadie se imaginaría que el lujo de su administración se precipitaría en uno de los más grandes fiascos de la historia política moderna en el Perú.
El primer síntoma de alerta sobre el modus operandi de la gestión de Pedro Pablo Kuczynski debió ser aquel famoso diálogo grabado entre el ex ministro Alfredo Thorne y el ex contralor general Edgar Alarcón, donde el hombre de confianza de PPK intentaba asegurar de algún modo un informe técnico que viabilizara la construcción del aeropuerto de Chinchero.
Como se descubrió luego, la realización de dicho aeropuerto beneficiaba a empresarios vinculados al “gabinete de lujo”. Aunque la salida de Thorne y Alarcón resolvió mediáticamente dicho impasse, aquella debió una primera señal sobre cómo deseaba conseguir las cosas Kuczynski: siempre por debajo de la mesa.
El siguiente y más claro síntoma ocurrió a fines del 2017. Apremiado por una mayoría fujimorista y por las declaraciones iniciales de Marcelo Odebrecht y Jorge Barata, PPK se enfrentó al primer pedido de vacancia en su contra. Tras una maratónica sesión que empezó el 21 de diciembre, un giro inesperado dentro del propio fujimorismo lo salvo de ser vacado.
Kenji Fujimori y otros nueve miembros de Fuerza Popular se rebelaron a su partido y votaron en contra de la vacancia. Tras ese gesto hubo más que el simple quiebre del fujimorismo, como se confirmaría días después, hubo una clara componenda política arreglada entre el menor de los Fujimori y PPK. ¿Dónde resolvieron todo? Donde siempre: bajo la mesa.
Apenas pocos días después, durante la noche de Navidad, el ex presidente Kuczynski anunciaba el indulto al ex dictador Alberto Fujimori quien, en medio de gran convulsión en las calles, salía en libertad tras haber cumplido solo 10 años de su condena. Sin embargo, con aquel trató PPK terminaría firmando el contrato que a la larga lo llevaría a su ruina política.
Apenas tres meses más tarde, y con una nueva vacancia pisándole los talones, el método de alianza entre Kenji Fujimori y PPK salió a la luz cuando el congresista fujimorista Moisés Mamani reveló cómo se le ofrecían obras con la venia del Ejecutivo a cambio de torcer su voto. Aquella grabación explicó muchas cosas. Por ejemplo, qué impulsó a los nueve acólitos de Kenji a rebelarse a su partido. No fue una motivación democrática, sino pecuniaria.
El posterior audio entre el ex ministro Bruno Giuffra y Mamani coordinando con este último una visita a la casa de Kuczynski para concretar un soborno, fue la estocada final para una gestión moribunda. El lujo de la muy preparada, académica y profesionalmente, terna ministerial de mediados del 2016 se terminó por resquebrajar.
Acostumbrados a cerrar sus tratos bajo la mesa u ofrecer dinero por todos lados, los empresarios que entraron al Ejecutivo con Pedro Pablo Kuczynski destruyeron su propio castillo de naipes. Del lujo inicial no hay ni sombra, el legado de PPK será el del fiasco político más grande de la historia peruana en el siglo XXI. Por ahora…
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"Hacia un cambio de sistema y no solo cambio de gobierno". Un artículo sobre el nuevo gobierno que se inicia con la salida de #PPK. Por Jorge Agurto (director de Servindi) → https://t.co/NDc3dEfA2X pic.twitter.com/KLvn6ZDBgo
— Servindi (@Servindi) 26 de marzo de 2018
Comentarios
Si pues, justo la noche de
Si pues, justo la noche de nacimiento de Jesús de Nazaret fue liberado nada menos que el esterilizador de mujeres indígenas, Alberto Fujimori. No contento con el genocidio, los mandó a esterilizar.
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